Con la salida del 'pulpo' todos ganan


Por: Martín Montoya

La novela de hartazgo que representaba tener a Diego González en Santos Laguna, acaba de llegar a su fin; tras la salida del jugador, para regresar a su natal Argentina con Racing.
Desde su llegada, Diego destacó en el club por sus goles. De hecho, en el primer juego ante Veracruz anotó. El aporte del “Pulpo” siguió  reflejándose más en goles, que en buen futbol. Al llegar en el torneo de la reestructuración de Caixinha, la afición vio en el a un potencial referente, ante la salida de varios estandartes. Era normal, pues se convirtió en el goleador del plantel, a pesar de que sus funciones eran otras. Sus goles “tapaban” sus deficiencias como mediocampista.
Se puede decir que en el arranque del 2015, Diego junto con Marchesín, eran los referentes de la escuadra albiverde. La aportación de González en los marcadores, sirvió para cumplir con el equipo con una temporada regular, pero que le termino sirviendo para llegar a la liguilla. Ya estando entre los 8 mejores, los laguneros mostraron un excelente futbol, haciéndose merecedores para ganar la quinta estrella. La participación del “Pulpo” en liguilla fue discreta, pero anotó el quinto gol de la final ante Querétaro y lo celebró con la tribuna, mostrando una relación perfecta entre jugador-afición.
De ensueño fue el debut de González en México: Campeón en su primer torneo y anotador de muchos goles, considerando que es mediocampista.
Tras el Clausura 2015, el entrenador Caixinha se fue. Eso no le pareció a los argentinos; es más cada que podían lo externaban tanto Diego, Marchesín e Izquierdoz. Incluso manifestaban que estaban incomodos. Y esa incomodidad se reflejó en la cancha pues, como locales no pudieron ganar ningún partido. Lo peor del caso: se reveló un supuesto liderazgo en el vestidor comandado por el tridente argentino, y todo terminó ocasionando la salida de Pako Ayestarán, el entrenador emergente. No es culpar a los extranjeros por la salida del estratega, pero si era evidente que los extranjeros no estaban a gusto con Francisco y por ende, la relación con él, no era la mejor. Sea o no la razón, el Apertura 2015 fue un torneo desastroso y el principal receptor de las críticas fue Diego.
Después del cese, llegó a Torreón el entrenador Luis Zubeldía, un estratega que rápidamente se identificó con el tridente argentino, tanto por su pasado granate, como por ser argentino, como ellos. Con Luis se vieron resultados en el Clausura 2016, pero las críticas hacía el “Pulpo” fueron en aumento. En la cancha perdía balones (los “regalaba” al rival y no recuperaba). No cumplía con sus labores de mediocampista. Es más, ya ni goles marcaba. No había nada que lo salvara. Tanto medios, como la afición exigían una cosa: que González abandonara la institución.
No era que Diego le cayera mal como persona a sus detractores; estos pedían su salida por su bajo rendimiento futbolístico y porque afectaba al equipo en la cancha. Esa exigencia se acrecentaba, al ver que el entrenador Zubeldía lo mantenía como titular “a pesar de todo” y no había manera de que cambiara esa decisión técnica. Es más, lo defendía como si fuera su hijo.
Tanta presión mediática y una afición que ya no lo quería provocó que Diego le manifestara a la directiva sus intenciones de abandonar el club y ser puesto como transferible. Las propuestas vinieron del extranjero y el argentino prefirió ceder a sus pretensiones económicas, con tal de “liberarse” del contrato y quedar fuera. No soportó las críticas y prefirió emigrar a Racing.
Lo último que hizo Diego como jugador de Santos, fue anotar dos goles en la serie de cuartos contra Pachuca. Se fue como llegó, como un goleador. Pero su paso por México será recordado solo por eso: por sus goles y sus constantes reclamos contra los árbitros. En 3 temporadas disputó 34 partidos y marcó 12 goles. Ganó los trofeos del Clausura 2015, Campeón de Campeones y la Copa Socio MX.
En resumen, Diego González nunca significó el espíritu guerrero (como Zubeldía nos lo quiso hacer entender el pasado fin de semana) y su incipiente paso hacía ídolo, fue truncado por el mismo (o por su bajo nivel de juego). Reclamó por todo y no aguantó las críticas (a veces duras, pero siempre bien infundadas de los medios y los aficionados).
Con su salida todos ganan: él, porque ya se quería ir, al sentirse incomodo por las críticas; la directiva, porque lograron acomodarlo en otro club; Racing, porque lo compraron más barato; el equipo, porque se limpia un poco el vestidor del “liderazgo” de los argentinos; y la afición y prensa, porque pudieron correr a un jugador que muchas veces estorbaba en la cancha.
Hay que reconocer que el “pulpo” no es un mal jugador, pero tampoco es un crack. Ojalá que en su país natal pueda recuperar el buen futbol que por momentos mostró en los guerreros, para poder regresar a un club de trascendencia. Aunque un retorno a Santos –dadas las circunstancias de su salida- se percibe muy difícil en el futuro. Por lo pronto, hoy  con su salida, todos ganan.
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jueves, 21 de julio de 2016

Con la salida del 'pulpo' todos ganan


Por: Martín Montoya

La novela de hartazgo que representaba tener a Diego González en Santos Laguna, acaba de llegar a su fin; tras la salida del jugador, para regresar a su natal Argentina con Racing.
Desde su llegada, Diego destacó en el club por sus goles. De hecho, en el primer juego ante Veracruz anotó. El aporte del “Pulpo” siguió  reflejándose más en goles, que en buen futbol. Al llegar en el torneo de la reestructuración de Caixinha, la afición vio en el a un potencial referente, ante la salida de varios estandartes. Era normal, pues se convirtió en el goleador del plantel, a pesar de que sus funciones eran otras. Sus goles “tapaban” sus deficiencias como mediocampista.
Se puede decir que en el arranque del 2015, Diego junto con Marchesín, eran los referentes de la escuadra albiverde. La aportación de González en los marcadores, sirvió para cumplir con el equipo con una temporada regular, pero que le termino sirviendo para llegar a la liguilla. Ya estando entre los 8 mejores, los laguneros mostraron un excelente futbol, haciéndose merecedores para ganar la quinta estrella. La participación del “Pulpo” en liguilla fue discreta, pero anotó el quinto gol de la final ante Querétaro y lo celebró con la tribuna, mostrando una relación perfecta entre jugador-afición.
De ensueño fue el debut de González en México: Campeón en su primer torneo y anotador de muchos goles, considerando que es mediocampista.
Tras el Clausura 2015, el entrenador Caixinha se fue. Eso no le pareció a los argentinos; es más cada que podían lo externaban tanto Diego, Marchesín e Izquierdoz. Incluso manifestaban que estaban incomodos. Y esa incomodidad se reflejó en la cancha pues, como locales no pudieron ganar ningún partido. Lo peor del caso: se reveló un supuesto liderazgo en el vestidor comandado por el tridente argentino, y todo terminó ocasionando la salida de Pako Ayestarán, el entrenador emergente. No es culpar a los extranjeros por la salida del estratega, pero si era evidente que los extranjeros no estaban a gusto con Francisco y por ende, la relación con él, no era la mejor. Sea o no la razón, el Apertura 2015 fue un torneo desastroso y el principal receptor de las críticas fue Diego.
Después del cese, llegó a Torreón el entrenador Luis Zubeldía, un estratega que rápidamente se identificó con el tridente argentino, tanto por su pasado granate, como por ser argentino, como ellos. Con Luis se vieron resultados en el Clausura 2016, pero las críticas hacía el “Pulpo” fueron en aumento. En la cancha perdía balones (los “regalaba” al rival y no recuperaba). No cumplía con sus labores de mediocampista. Es más, ya ni goles marcaba. No había nada que lo salvara. Tanto medios, como la afición exigían una cosa: que González abandonara la institución.
No era que Diego le cayera mal como persona a sus detractores; estos pedían su salida por su bajo rendimiento futbolístico y porque afectaba al equipo en la cancha. Esa exigencia se acrecentaba, al ver que el entrenador Zubeldía lo mantenía como titular “a pesar de todo” y no había manera de que cambiara esa decisión técnica. Es más, lo defendía como si fuera su hijo.
Tanta presión mediática y una afición que ya no lo quería provocó que Diego le manifestara a la directiva sus intenciones de abandonar el club y ser puesto como transferible. Las propuestas vinieron del extranjero y el argentino prefirió ceder a sus pretensiones económicas, con tal de “liberarse” del contrato y quedar fuera. No soportó las críticas y prefirió emigrar a Racing.
Lo último que hizo Diego como jugador de Santos, fue anotar dos goles en la serie de cuartos contra Pachuca. Se fue como llegó, como un goleador. Pero su paso por México será recordado solo por eso: por sus goles y sus constantes reclamos contra los árbitros. En 3 temporadas disputó 34 partidos y marcó 12 goles. Ganó los trofeos del Clausura 2015, Campeón de Campeones y la Copa Socio MX.
En resumen, Diego González nunca significó el espíritu guerrero (como Zubeldía nos lo quiso hacer entender el pasado fin de semana) y su incipiente paso hacía ídolo, fue truncado por el mismo (o por su bajo nivel de juego). Reclamó por todo y no aguantó las críticas (a veces duras, pero siempre bien infundadas de los medios y los aficionados).
Con su salida todos ganan: él, porque ya se quería ir, al sentirse incomodo por las críticas; la directiva, porque lograron acomodarlo en otro club; Racing, porque lo compraron más barato; el equipo, porque se limpia un poco el vestidor del “liderazgo” de los argentinos; y la afición y prensa, porque pudieron correr a un jugador que muchas veces estorbaba en la cancha.
Hay que reconocer que el “pulpo” no es un mal jugador, pero tampoco es un crack. Ojalá que en su país natal pueda recuperar el buen futbol que por momentos mostró en los guerreros, para poder regresar a un club de trascendencia. Aunque un retorno a Santos –dadas las circunstancias de su salida- se percibe muy difícil en el futuro. Por lo pronto, hoy  con su salida, todos ganan.

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