Por Martín Bernal
Analizando
las finales continentales del verano y la del clausura 2016 de la Liga MX, es
posible identificar una similitud entre las tres: el equipo favorito no resultó
campeón.
Hay quien
piensa que en una final no existen favoritos, pero es inevitable colocarle esa
etiqueta a alguno de los dos contendientes. Como aficionados al balompié, inconscientemente
designamos a un cuadro por encima del otro. Por más pareja que parezca la final,
siempre hay uno que lleva “delantera” en cuanto a favoritismo; ya sea, por
cerrar de local, tener mejor plantel, poseer mejores individualidades o llegar
en mejor rendimiento como equipo.
Sin
embargo, estas finales nos expusieron que no debemos dar como vencedor a un
equipo antes de jugar los partidos; porque eso a la larga le genera al favorito
un exceso de confianza, que resulta contraproducente.
En la final
del Clausura 2016 de la Liga MX, la disputaban los dos mejores equipos del campeonato.
La tabla así lo indicaba: Rayados
llegaba como 1 y Pachuca como sublíder. Cerraban en Monterrey. Esa ligera
ventaja, hacía suponer que los regios se impondrían; a pesar de que los Tuzos
llevaban ventaja de un gol. En el desarrollo del juego, Monterrey tuvo la
opción de un penal y tener un hombre de más en el campo. Sin embargo, no
mataron.
Pachuca seguía a un gol. Y cuando se preparaban los tiempos extras,
los Tuzos aprovecharon un descuido y liquidaron la final, anotando a segundos
de terminar el juego. Los jóvenes hidalguenses se impusieron con todo en
contra, incluyendo la cartera regia.
Una final
más pareja representaba la del Centenario de la Copa América, entre las
selecciones de Chile y Argentina, siendo este último favorito por tener entre
sus filas al actual ganador del Balón de Oro de la FIFA: Messi, y llegar a la
justa como invicto; mientras que Chile llegaba con dudas, aunque con un nivel
futbolístico en ascenso.
Durante el juego, ambos sufrieron expulsiones y
estuvieron a punto de marcar el gol de la diferencia. Los argentinos tuvieron
las más claras y no aprovecharon. Se fueron a penales y Chile se impuso para
convertirse en Bicampeón. Argentina tuvo todo para coronarse, por eso se
consideraba favorito, pero los chilenos supieron aguantar y llevaron el partido
a la instancia que querían y les funcionó.
La Final de
la Euro, es la muestra más clara de lo adverso que puede ponérsele el panorama
a un equipo que llegó a la final con solo ganar un juego en los 90 minutos;
aunque sin perder. Los lusitanos se sobrepusieron al jugar de visitante y sin
tu mejor hombre (CR7) desde los 23 minutos por lesión. El logro de Portugal,
fue soportar los embates franceses y mandar el juego al alargue, donde tuvieron
las oportunidades más claras y en una de ellas, anotaron para ganar su primera
Eurocopa. Francia perdió un trofeo que estaba diseñado para ellos. Difícilmente
llegará a otro final, tan favorito como en esta ocasión.
En
conclusión, los equipos considerados favoritos pueden presumir que durante toda
la final tuvieron la posesión del balón y las oportunidades más claras. Dejaron
vivo al rival y llevaron el juego al extremo, por no anotar. Eso fue su
perdición y su precio fue no ganar la final, que muchos con anticipación les
acreditaban como ganadores. En contraste, los triunfadores, quizás no jugaron
el futbol vistoso que se esperaría, pero no les importó porque ganaron, aun y
cuando llegaban como no favoritos.
Por eso el
futbol es un deporte apasionante, porque no puedes dar por sentado un
resultado. Siempre te ofrece sorpresas. Y deja la enseñanza que si quieres
demostrar tu superioridad como favorito, es necesario reflejarlo con goles en
el marcador; de lo contrario, corres el riesgo de perder, tal y como le pasó a
Rayados, Argentina y Francia en las finales del 2016.
¿Ocurrirá
lo mismo en la Final de Tigres y América del Apertura 2016? ¿O ahora sí se
coronará el mejor?
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